Apenas comienza primer grado, pido entrevista con la docente y le informo todo lo que yo notaba, si bien Thiago ya había aprendido a escribir su nombre en las vacaciones y los colores, faltaban la mayoría de los contenidos básicos para un primer grado. Bueno, comienza la odisea. En cuanto a las consultas con neurólogos y psicopedagogos, que solo se toman 15 minutos por semana para al salir del consultorio decirte, “TIENE QUE APRENDER ESTO PARA LA PRÓXIMA SEMANA” y yo, ahí, mirando desconcertada cómo … “¿Cómo logro yo que aprenda esto, si yo estoy pidiendo ayuda? Ya lo intenté antes de traerlo a vos, lo intenté, pensaba yo” y lo miraba a él, frustrado cada semana cuando llegaba y lo practicado con los recursos que a mamá le salían no funcionaban para él. Y así se llega a cuarto grado, sí a CUARTO grado, sin contenidos, con las frases reiterativas de los docentes “ÉL VA A APRENDER A SU TIEMPO”
¿Cómo?¿Cómo lo va a lograr a su tiempo si nadie lo ayuda? Me preguntaba. Fue así, como a finales de tercer grado unos compañeros le dejan una nota en su mesa, con la frase “SOS UN TONTO, UN MOGÓLICO” y otras cosas que supongo no me habrá contado. Cuando ese día, Thiago me dijo “Me dejaron una nota en mi banco, un compañero me la leyó (porque claro, Thiago no sabía leer). Decía que soy un tonto y yo ya sé que soy un tonto ma.” Ese día tomé la decisión más importante de todas y la mejor sin dudas, que Thiago no pase nunca, jamás por esa situación nuevamente. Porque, si no aprende como un chico “NORMAL”, que en realidad no sé qué entra dentro de es palabra porque para mi, nadie sobre este mundo es normal, pero si les puedo decir, que tiene una calidad humana que les falta a muchos y con todo lo que lucho y él lucha día a día para superarse, aprendo más yo de él que él de mí. Gracias por escuchar, Sandra.